Nowhere near civilization.

- Shimotsuki, las 6 de la mañana, un lugar calmado y caluroso, no hay sonido alguno, sólo el de los trabajadores levantandose para iniciar su día a día, y el de los animales despertando de su sueño para otro día más. El viento corría hacia el oeste, el sol comenzaba a salir y el mar estaba calmado, en el muelle se encontraba un niño dormido a lado de su abuelo, quien estaba en una silla, y detrás de ellos estaba una casa de acampar con una fogata apagada. Una ciudad tan calmada no solía tener muchos visitantes, ni tampoco escenas en las que los visitantes estuvieran envueltos de manera perjudicial; pero aquel día era diferente... aquel día era especial... -

- A costa de la isla, en el mar, una balsa se acercaba lentamente, al unísono del sonido de las olas, dentro de ella se encontraba un bulto cubierto por una sabana sucia, aquel bulto era el protagonista de esta historia, Ifrit, el ocioso que había pasado los últimos años de su vida acabando con piratas de recompensas bajas para sobrevivir, y poder darle una vuelta a los 4 mares. Originario del mar del Norte, su tercer mar visitado era el del Este, el Oeste lo había recorrido en su totalidad, y había atrapado un total de 17 piratas en éste mismo, dinero con el cual había sobrevivido hasta ahora, pues justo ese día, cumplía 4 años desde que había abandonado su isla natal, y había empezado su vida de mercenario cazando piratas de recompensas media-bajas, para darse una vida decente. -

- El golpe de la balsa con la arena acabó con el sueño ligero de Ifrit, quién se levantó lentamente para ver a su alrededor, no sabía en qué isla estaba, pues se había quedado dormido después de robar aquella balsa, y se había lanzado al océano, esperando llegar a una isla, y vivir para contarlo. Se unió a la isla con sus manos, pues tenía un poco de resaca y no estaba bien balanceado, y después se levantó y miró al sol directamente, para darse cuenta de que era hora de ir a desayunar; miró sus bolsillos, y vio que le quedaba suficiente dinero para sobrevivir un mes más, pero tendría que encontrar un lugar dónde dormir. -

- Caminaba por las calles solitarias, las pocas personas que estaban ahí, eran comerciantes que apenas iban a abrir sus locales. Él, con su chaqueta y sus manos en los bolsillos, caminaba mirando de manera sospechosa a todos lados, hasta que llegó a un puesto de comida, y sacó una hoja de su bolsillo. - Buenos días, quisiera ordenar un caldo de carne. - Desenvolvió la hoja que había sacado de su bolsillo y se la mostró al dueño del local. - ¿Ha visto usted a éste hombre?. - Le dijo mostrandole un cartel de se busca, con la foto de un viejo, y una recompensa de 10,000,000 de Berris, el quería atrapar a aquel hombre, era la mayor recompensa por la que había optado en su vida, y hasta donde el sabía, ese hombre se encontraba en esa isla. Se quedó sentado esperando su comida, y la respuesta del dueño del local, con un gesto serio en el rostro. -

- El chico siguió comiendo su caldo de carne, mientras el hombre hablaba, y hacía bromas acerca del dinero que ganaría cuando consiguiera la recompensa, si es que la llegaba a conseguir; el muchacho rió, y se levantó de su asiento al terminar el plato de caldo, pues el dueño del establecimiento le había dicho que esa era la isla que él estaba buscando, y también la locación del hombre, se alejó un poco del establecimiento, y sacó dinero de su bolsillo; lo suficiente para comprar 5 caldos de carne, volteó a ver al hombre a los ojos con un gesto de respeto y dijo. - Gracias por la comida, y la información, buen hombre. - Y sin decir nada más, tomó el cartel y se dirigió cuesta abajo, a la entrada del bosque. -

- En el camino decidió fumar un cigarro, y mirar al cielo, que aquel día en vez de azul; se había teñido de naranja, para anunciar la llegada del rubio... o al menos a él le gustaba pensar de esa manera. En la entrada del bosque se quedó unos minutos, y quitó la capucha que cubría su dorada cabellera, y miró hacia el cielo, en el cual se veía un pequeño humo; no lo suficientemente grande para ser un incendio. Aquella debía ser la cabaña donde vivía el viejo pirata, o simplemente era una fogata hecha por gente que estuviera explorando; estaba apunto de averiguarlo. -

- Al llegar a la cabaña, la miró desde lejos; era exactamente como el señor de el restaurante la había descrito. Se acercó a una de las ventanas, y sin mirar adentro miró a el hombre del cartelón, era un muchacho pelirrojo, con un rostro rudo y una barba bien marcada, además de una cicatriz en el ojo izquierdo, miró por la ventana de la cabaña, y pudo ver a un hombre con el cabello teñido de blanco de espaldas, esperó a que se volteara, y cuando hizo soltó una sonrisa, pues pudo ver una cicatriz en el ojo izquierdo idéntica a la del tipo del cartel, además de los mismos rasgos faciales. Abrió la puerta de golpe, y sin esperar réplica le lanzó el cartelón a el viejo. - Creo que sabes para qué estoy aquí, hagamos esto breve. - Dijo mirando a el viejo con un gesto serio, viejo que planeaba llevar frente a la justicia, para conseguir el dinero suficiente para ir a la gran línea. -